jueves, 5 de julio de 2012
Macedonia es una antigua
República Yugoslava que enclavada en los Balcanes ha vivido en
controversia inclusive por su nombre. Para la República Dominicana, es
motivo de análisis hace meses y ahora es el siguiente escollo en el
camino de la nuestra selección hacia su consagración histórica.
Después de un día libre donde se
recupero energía, se comió sancocho y se vieron muchos vídeos, el
espacio para la especulación y el análisis se va cerrando dando paso a
una concentración absoluta.
El famoso Día D de la selección
ha llegado. Se siente en la mirada de Calipari al momento de dar
instrucciones, se percibe en las bromas de Jack Michael o en la
expresión de tranquilidad de Eulis, en todos lados se respira esa
expectativa de saberse listos, pero al mismo tiempo la ansiedad de
comprender que el momento se acerca.
Del otro lado Boricuas, Lituanos,
Griegos, Angoleños, Nigerianos y Rusos viven su propio trance, ese que
deja el comprender la magnitud de un partido de cuarenta minutos que
nadie puede darse el lujo de perder.
Eso también lo saben los
Macedonios. Por eso Bo Mccalebb intentará desequilibrarnos con su
habilidad innata, Antic buscará sacarnos de juego con su combinación de
poder y finesa y el resto del equipo buscará quitarnos el ritmo con su
juego lento y disciplinado.
Sin embargo, aquí está en juego más que eso.
En este partido se juega un
proceso, la legitimidad de una idea de organización que no escatima
esfuerzos, se juega la continuidad de un grupo de hermanos que entienden
que todavía le queda camino por trillar en este sueño olímpico.
Cuando la pelota salte al centro,
todos aquí entendemos lo que esta en juego. Solo mirar el rostro de
Francisco García y entender su responsabilidad de saberse importante y
no haber podido rendir lo esperado, sirve para figurarse el nivel de
compromiso que todos aquí tienen.
Hoy, mientras pasaban el desfile
de la independencia Bolivariana y Maita cantaba consignas
revolucionarias de los 70, mientras Ronald se sumergía en la música que
salía de sus audífonos en el aire se percibía la oportunidad de hacer
historia.
Los errores no serán permisibles
mañana, vender aquí un optimismo falso sería una irresponsabilidad. Pero
por favor, a mi no me pidan ser cauto en este momento.
Es el momento de gritar, de
paralizar el país y que aquí se sienta, es el momento de disfrutar la
oportunidad y apreciar los 40 minutos más importantes en la historia del
baloncesto dominicano.
En el lobby son las 10 de la
noche y todavía se escucha la bulla de los muchachos dominicanos que
como niños disfrutan un relajo antes de dormir y mientras escribo solo
una frase me taladra la cabeza.
Decía el gran filosofo Silvio
Rodriguez, Que en el momento de hacer, el tiempo te da tu lugar. El
momento de esta selección es ahora. La hora cero ha llegado¿Que lugar
nos dará el tiempo? Eso, lo decidirá una pelota caprichosa.
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