sábado, 7 de julio de 2012
El deporte esta lleno de mitos y
leyendas, de momentos, hazañas, hombres y circunstancias que se
eternizan en la imaginación para siempre. Unos inesperados, otros
dramáticos, pero siempre todos capaces de acelerar el pulso.
Y vaya, que hoy se aceleró.
Ante su mayor reto hasta la
fecha, la selección nacional mostró su mejor carta ante la adversidad,
esa que tantas veces faltó y que en otras no fue suficiente. Unidad. Una
unidad de acero.
Esa misma virtud que ha guiado
las grandes conquistas, le permitió al equipo de todos sentirse como
tal, percibiendo sobre sus hombros no el peso de 10 millones de
dominicanos, sino el apoyo de todo un pueblo que paralizó sus
actividades para en una sola voz alentar a sus muchachos.
Esa misma unidad, que cuando el
equipo arrancó desvanecido y con Al Horford demostrando que es humano,
permitió sacar a flote el sentido de grupo manteniendo al equipo en la
misma pagina a pesar de ir debajo por 20 puntos.
En el peor momento de la tarde,
el Coach Calipari apeló a su referente anímico, cuando envío a la cancha
a Edgar Sosa. Verlo correr fue una mezcla de miedo y alegría, verlo
poner todo en la cancha no permite que nadie tenga una excusa para no
dar el 100%.
Y así, cuando Macedonia parecía
hacer su juego, cuando solo el Gran Jack sacaba la cabeza por la
tricolor, la unidad mostró su mejor cara.
La cara de un Francisco García
tan motivado como siempre, tan entregado como siempre, pero hoy sabiendo
que era apoyado por sus compañeros que jamás le dieron la espalda
cuando falló ante Rusia.
Hoy pagó frutos la confianza de
Al Horford, quien siempre me dijo "Cisco va a resolver", o las sabias
palabras de Eulis cuando profetizaba"El flaco va a dar el juego de su
vida".
Salió Francisco, como si le
debiera algo al país, cuando siempre ha sido lo contrario. A pesar de lo
que muchos comentan, Cisco siempre se ha entregado, su exceso de
agresividad lo ha hecho fracasar en el pasado dando paso a momentos muy
amargos.
Sin embargo, hoy no. Hoy era diferente.
Se sentía en el aire tiro tras
tiro, cuando miraba a su familia en las grades y parecía quitarse un
gran peso de encima. Parecía que en daga a daga el flaco exorcizaba sus
demonios.
A él se le unió un Ronald Ramón
sin miedo a tirarla, un Eulis Baez contento viniendo desde la banca, un
Manuel Fortuna que motiva con su velocidad y su arrojo y un Al Horford
que poco a poco encontró la manera de hacer su aporte.
Todos, en unidad, la palabra mágica de este equipo.
En lo personal, es por mucho la
victoria deportiva que más he disfrutado, pero comprendo y ellos así lo
hacen, que todavía hay que dar ese último paso, sabiendo sin embargo que
hoy ya se han ganado al menos en mi libro el privilegio de ser nuestra
mejor selección de baloncesto de todos los tiempo. La que rompió el
cuco, la que no tiene complejos.
El libreto se ha escrito con
sufrimiento y lagrimas, con un fracaso en 2011 y con paso tortuoso en
este repechaje. Así lo ha querido el todopoderoso, sabiendo que los
dominicanos tenemos que aprender a golpes a veces, pero que nadie valora
más lo conseguido a fuerza de corazón que nosotros.
Mientras acariciamos la meta de
Londres, mientras la leyenda de los 12 del repechaje sigue creciendo,
hoy yo voy a celebrar, a celebrar con lagrimas en los ojos por mi patria
y por mi selección.
Mi selección, que puede vencer a cualquiera y remontar cualquier cosa, porque mi selección tiene corazón de campeón.
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