domingo, 8 de julio de 2012
La noche estaba puesta para la
coronación de nuestro sueño olímpico, con un escenario perfecto para
celebrar ante un publico que se viró a nuestro favor. Sin embargo, todos
sabíamos que el rival era lo suficientemente fuerte para descarrilar el
tren.
Lituania era la montaña que necesitábamos escalar para llegar al Olimpo, por suerte, no era nuestro único tiro en la recamara.
La noche tuvo todas las
herramientas de una pesadilla: Malas llamadas arbitrales, errores
imperdonables en la defensa, fallos de nuestros principales jugadores y
un equipo Lituano que metió 2 de cada 3 tiros que intentó.
Simplemente indefendibles.
Más allá de entender que hemos
perdido del único país del mundo donde el basket es el deporte nacional,
debemos contextualizar la situación para comprender lo que nos ha
pasado.
La selección está en una posición
privilegiada, a ley de un partido para cruzar el umbral de la leyenda.
Todos, hubiéramos comprado un billete de lotería si el premio era
definir el pase a Londres en el último juego ante unos inspirados
nigerianos.
Por lo tanto, más allá de la
propia amargura de la derrota, la frente puede seguir en alto para
mañana, comprendiendo la magnitud del reto y sabiendo que lo que restan
son, otra vez, los 40 minutos más importantes del baloncesto dominicano.
El discurso puede parecer
repetitivo, pero la verdad no puede ocultarse. Cada partido que se gana o
se pierde es el máximo posible, esta semana nos hemos medido en cada
partido y hemos demostrado las agallas y el corazón del cual solo
disfrutan los grandes.
Intentar tapar el sol con un dedo
sería un error. Se perdió un chance grande y eso duele. Sin embargo,
aquí todo el mundo debe tener la memoria lo suficientemente de corto
plazo, para situarse ante la cita con la historia.
¿Que tenemos que hacer para
ganarle a Nigeria? Jugar con la intensidad del que no tiene mañana, cosa
que hemos sabido hacer antes y que tenemos dentro de nuestro ADN.
Por eso, hoy como nunca aquí
queremos sentir el calor de la patria una vez más. Ese mismo calor que
sirvió para engrifarnos a todos la piel al sonar "Cuando pise tierra
dominicana" o que puso al país en vilo cuando Francisco se sentó por dos
faltas en el primer cuarto.
Otra vez, cuarenta minutos nos
siguen separando de Londres y un día de fortaleza mental nos debe servir
para llegar con la mejor motivación posible.
Calipari lo dijo de la manera más clara posible: "Olvidar el juego de hoy, es la clave para que mañana podamos salir a ganar".
La amargura de la derrota de hoy,
solo agregaría felicidad al triunfo definitivo, esa felicidad de una
celebración postergada, pero como dijo la musa: "Todavía no cancelada".
Mañana somos un país, con una oportunidad para hacer historia y un juego que se nos interpone en el camino.
Si me preguntan a mi. Los Nigerianos, NO PUEDEN.
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