sábado, 16 de junio de 2012
Merecida victoria del Barça Regal en el quinto partido de esta enorme
final de la Liga Endesa. Los de Pascual, mucho más cómodos durante el
partido, fueron capaces de contener a un Real Madrid que nunca se
rindió. Emocionantísima final que corona al Barça y que premia al
baloncesto español, con un espectáculo digno de enormes audiencias.
Lorbek, MVP de la final.
El partido.
Los nervios también juegan, incluso para los más grandes. Sólo así se
explica el arranque de un partido entre dos equipos plagados de talento,
pero con enormes dificultades para anotar. Las defensas, de esas de
cuchillo entre los dientes, dominaron los primeros minutos. Y
establecieron el ritmo que marcaría el partido completo: posesiones
largas, anotaciones bajas. Prueba de ello, el 16-12 que coronaba el
marcador al final del primer cuarto.
Estaban muy incómodos los madridistas en el primer cuarto y encontraron
ciertamejoría con la entrada de Sergio Rodríguez. La irrupción del
canario dio la vuelta a un parcial 8-0 con el que los culés amenazaban
con romper el partido. Gracias a esos momentos de inspiración, los
únicos de cierta fluidez de los blancos, el marcador al descanso
invitaba a una segunda mitad infartante: 39-34.
A pesar de no conseguir romper el partido, el Barça se mostró mucho más
cómodo durante todo el partido, dominando a ratos aspectos clave como el
tiro exterior o, sobre todo, elrebote. El juego interior de los
azulgrana, protagonizado por un imparable Fran Vázquez, permitió a los
de Pascual mantenerse por delante durante todo el partido. E incluso
alcanzar lamáxima ventaja del encuentro (+9) en los minutos finales del
tercer cuarto, que terminaría56-47.
El último cuarto siguió la tónica de todo el encuentro: los azulgrana
dominando sin romper el partido y los madridistas incómodos, pero con
opciones. No en vano, merced a un gigantesco Felipe Reyes que emergió
como el gladiador que los blancos necesitaban bajo los aros, elúltimo
minuto se jugaría con una ventaja de cuatro puntos para los azulgrana.
Surgió entonces Pete Mickeal, enorme, anotando, recibiendo faltas y
convirtiendo casi todos los tiros libres. Él solo mantuvo a raya a los
de Laso, que lo intentaron hasta el último momento, triple tras triple.
Pero Mickeal no cedería y el 73-69 final coronaba al campeón.
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